El mundo de los hombres puede hacerse cada vez más humano, solamente si en todas las relaciones recíprocas que plasman su rostro moral introducimos el momento del perdón, tan esencial al evangelio. El perdón es además la condición fundamental de la reconciliación, no0 sólo en la relación de Dios con el hombre, sino también en las reciprocas relaciones entre los hombres. Un mundo, del que se eliminase el perdón, sería solamente un mundo de justicia fría e irrespetuosa, en nombre de la cual cada uno reivindicaría su propios derechos respecto a los demás; así los egoísmos de distintos géneros, adormecidos en el hombre, podrían transformar la vida y la convivencia humana en un sistema de opresión de los más débiles por parte de los más fuertes o en una arena de lucha permanente de los unos contra los otros. (Juan Pablo II, Dives in misericordia 14).
La cuaresma es un camino para convertirnos y transfigurarnos con Cristo. Con la mirada limpia hacia nuestros hermanos y atentos a la escucha de Dios, alimentando nuestro espíritu con su palabra y con su pan, contemplaremos gozosos la gloria de su rostro y transformaremos el mundo que nos rodea.